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¡Ultimas Piezas!
Este proyecto fue concebido con el ánimo de visibilizar y poner en alto una de las tradiciones artesanales más complejas y sincréticas de México: la talavera. Reconociendo el peso histórico del material y su carácter como generador de nuestra identidad cultural se elige una temática que igualmente resuena en nuestra forma de ser y nuestras costumbres: El Día de Muertos. Tanto el proceso de la talavera como el Día de Muertos son ambos Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la UNESCO.
Bajo esta temática se invitó a más de 40 artistas y diseñadores para participar con bocetos para este proyecto, con la finalidad de seleccionar a 10 finalistas.Cada una de estas 10 propuesta se puso en manos de un artesano pintor con el propósito de ser ejecutada con la destreza y la experiencia de su oficio. Así, de la mano, artista y artesano, disuelven la imaginaria frontera entre el arte y la artesanía para dar lugar a una obra única, producto de la colaboración entre iguales.
Cada casco concentra así tanto la fuerza creativa de los artistas/ diseñadores como la maestría, experiencia y sabiduría en el uso de los materiales originales por parte
de los expertos artesanos. La técnica se puso al servicio del arte.
Desde los primeros años de la Colonia, cuando los artesanos españoles provenientes de Talavera de la reina introdujeron la técnica del vidriado a los expertos alfareros del altiplano central mexicano, se describía en las crónicas de la época que la talavera tenía una suerte de voluntad propia que se expresaba en la última “quema” o cocción. Los hornos se encendían y el párroco más cercano a los talleres acudía para bendecir lo que en aquel entonces se conocía como las “caldas”. Esta vívida descripción colonial nos habla del desafío, aún en nuestros días, por “controlar” los resultados de la materia prima directamente extraída de la naturaleza.
La técnica de la talavera, previa al nacimiento de la primera porcelana europea a principios del siglo XVIII, nos recuerda el carácter alquímico de los procesos cerámicos que buscan, mediante la aplicación de principios naturales primordiales, llevar “la materia imperfecta hacia la perfección”.
La singularidad de cada pieza no emana exclusivamente de ser “hecha a mano” sino también de esta búsqueda incansable del dominio de los materiales y la técnica, que sigue siendo uno de los más hermosos atributos de la talavera frente a las cerámicas industrializadas y perfeccionadas. Cada pieza es única no solo por ser hecha a mano, sino también porque cada obra deja traslucir el origen y la voz de los materiales primigenios a través de la transformación.
La singularidad de cada pieza no emana exclusivamente de ser “hecha a mano” sino también de esta búsqueda incansable del dominio de los materiales y la técnica, que sigue siendo uno de los más hermosos atributos de la talavera frente a las cerámicas industrializadas y perfeccionadas. Cada pieza es única no solo por ser hecha a mano, sino también porque cada obra deja traslucir el origen y la voz de los materiales primigenios a través de la transformación.
Este proyecto pretende abrazar los resultados en los que el material expresa su voluntad, así como también entender la naturaleza transcriptiva de la colaboración en la que la idea del artista/artesano encuentra voz en el lenguaje propio de quién trabaja directamente el material.
Los 10 cascos que integran cada colección tienen, tanto la voz y la idea del artista, como la mano y la delicadeza del artesano. Cada casco cuenta una historia, le habla a
la vida y a la muerte, juega con el lenguaje, comparte sueños e imágenes mentales, nos trae referencias culturales del pasado y de la cotidianidad, es monocromático, o explota en los colores de la combinación de los pigmentos minerales.
Hay un casco asignado a cada escudería sin un criterio particular porque… al igual que la Muerte, y como dice el mexicanísimo refrán “Cuando te toca, ni aunque te quites; cuando no te toca, ni aunque te pongas”.
DÍA DE MUERTOS
Ambas tradiciones, declaradas por la UNESCO como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, se entrelazan para la creación de una colección de piezas únicas, que, con una impactante fuerza gráfica, dan carácter, identidad y simbolismo a México. Las dos tradiciones representan el carácter sincrético de la cultura nacional: son el producto de la fusión de los ritos y saberes de los pueblos indígenas y la introducción de las técnicas y creencias europeas introducidas en el siglo XVI.
Este proyecto, que hace un homenaje a nuestras raíces y nuestros más exquisitos productos culturales, se exhibirá por primera vez en cuatro ubicaciones estelares del Autódromo Hermanos Rodríguez durante el Gran Premio de la Ciudad de México 2024 ofreciendo un escaparate inigualable para mostrar lo más hermoso de nuestras tradiciones nacionales.
Talavera y Día de Muertos
Con la fiesta del Día de los Muertos, tal como la practican las comunidades indígenas, se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos. Esas fiestas tienen lugar cada año a finales de octubre y principios de noviembre. Este periodo marca el final del ciclo anual del maíz, que es el cultivo predominante en el país. Para facilitar el retorno de las almas a la tierra, las familias esparcen pétalos de flores y colocan velas y ofrendas a lo largo del camino que va desde la casa al cementerio. Se preparan minuciosamente los manjares favoritos del difunto y se colocan alrededor del altar familiar y de la tumba, en medio de las flores y de objetos artesanales, como las famosas siluetas de papel. Estos preparativos se realizan con particular esmero, pues existe la creencia de que un difunto puede traer la prosperidad (por ejemplo, una abundante cosecha de maíz) o la desdicha (enfermedad, accidentes, dificultades financieras, etc.) según le resulte o no satisfactorio el modo en que la familia haya cumplido con los ritos.
Los muertos se dividen en varias categorías en función de la causa del fallecimiento, edad, sexo y, en ciertos casos, profesión. Se atribuye un día específico de culto para cada categoría. Este encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto político y social de las comunidades indígenas de México.
Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos están profundamente arraigadas en la vida cultural de México en la forma ya sincrética de celebración del Día de Muertos. La festividad de Todos los Santos se impone en los procesos de cristianización como una forma de reafirmación de la fe católica pero es incapaz de disolver el vínculo de la población con sus tradiciones “paganas”.
Esta fusión entre ritos religiosos prehispánicos y fiestas católicas permite el acercamiento de dos universos, el de las creencias indígenas y el de una visión del mundo introducida por los europeos en el siglo XVI. En esta fiesta se reconcilia el pasado violento de la conquista en la forma de un reconocimiento de esa identidad híbrida de México. La muerte así adquiere un nuevo significado que excluye el pesar del fin de la existencia y lo sustituye por una celebración a la vida que nunca termina, sin que se transforma.